- ¡Carnal, te llamaron para lo de Alemania! -
Era la mañana del 29 de enero. Yo me encontraba en la central de autobuses de Tepeji del Río, Hidalgo, México y me dirigía a Chilcuautla, Hidalgo, para participar en una reunión con otras personas de mi diócesis. Juntos nos íbamos a encargar de organizar las fiestas del jubileo de la mistad de las diócesis de Tula y Münster. Eran cerca de las 9:00 a.m. cuando sonó mi teléfono por un nuevo mensaje. Era mi hermano Omar que me escribió: – ¡Carnal, te llamaron para lo de Alemania! -.
Algunas semanas atrás, mi amiga Anna H., la chica alemana que entonces era voluntaria en Tepeji, me había invitado a enviar mi solicitud para ser yo voluntario durante un año en Alemania. Muchos saben que la historia de nuestra diócesis de Tula ha contado con una amistad muy grande y bella con la diócesis de Münster, Alemania. Por medio de esa amistad, muchos sacerdotes y también jóvenes alemanes han ido a hacer un servicio en México, y también jóvenes mexicanos han venido a servir en Alemania. Pues bien, en mi parroquia nunca habíamos tenido un voluntario alemán, hasta agosto del 2017. Fue entonces cuando tuvimos la alegría de recibir a Anna Heming. Entonces formamos el Grupo de Amistad en la parroquia de Tepeji, para compartir con Anna la amistad de nuestras diócesis.
Pues bien, cuando Anna me contó sobre el proceso de selección para los mexicanos que quisieran ir a Alemania, en realidad al principio no estaba muy seguro de querer enviar la solicitud. No había pensado seriamente en la posibilidad de ir yo a Alemania como voluntario. Yo había participado mucho tiempo en la pastoral de la parroquia y desde el tiempo que estuve en el Seminario de Tula conocía a algunos voluntarios alemanes que habían ido a México; incluso había trabajado con algunos de ellos en algunas actividades de pastoral en algunas iglesias, pero nunca había habido un grupo de amistad en mi parroquia y yo no conocía bien el trabajo de los grupos en la Diócesis. Por eso, cuando Anna me invitó, al principio no tomé muy en serio la posibilidad de prestar un servicio en Alemania. Pero también Anna me explicó más cosas acerca del programa de voluntarios mexicanos en Alemania y entonces me convencí de enviar la solicitud (Así que, Anna, si estoy escribiendo esto, también es por ti XD).
Aquella mañana de enero, cuando recibí el mensaje de mi hermano sobre Alemania, llamé en seguida a los encargados del intercambio en México. Al contestar, escuché una voz de mujer hablando en español, pero con un acento alemán. Era la mentora de México, quien me afirmó lo que en mi interior quería escuchar: -Efraín, te llamé para confirmarte que eres seleccionado para ir a Alemania-. No podía creerlo… Me sentí muy contento en ese momento y le di las gracias a la mentora. En seguida llamé a mi familia y amigos para darles la noticia.
Ese día pude recibir felicitaciones durante la reunión con los coordinadores de grupos de amistad de las otras parroquias. Sentí mucha alegría, mientras imaginaba todo lo que estaba por vivir. Me preguntaba qué nuevas experiencias me esperarían en Alemania. Sin duda, fue un día que cambió muchas cosas en mi vida. Ha sido el primer día de toda esta gran experiencia, el primer día de tantos que han hecho de este año algo que llevaré en mi mente y mi interior el resto de mi vida.
Así fue como comenzó este camino, que aun sigo recorriendo. Agradezco a Dios, a las Diócesis de Tula y Münster, a mi familia y amigos que han hecho esto posible. Si estás leyendo esto, espero sigas los relatos de esta experiencia que seguiré contando en las siguientes entradas.
¡Amistad Tula-Münster… cincuenta años compartiendo fe y vida!